Lo miré a distancia, yacía su cuerpo en la cama, tendido y rendido. Comencé a acercarme de forma sigilosa, desordené un poco mi cabello y bostecé. Me tendí a su lado y acaricié su boca. Desabroché el primer botón de mi camisa e incité que el siguiera con el resto, acarició mis senos, frágiles y ajenos a la tostadura del resto de mi piel por aquel caluroso dicienbre. Se avalanzó sobre mí y recorrió mis lunares, cerré los ojos.
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